La lactancia materna exclusiva es la forma más saludable de alimentar a un bebé durante los primeros seis meses de vida. También proporciona una estrecha relación entre madre e hijo, así como una nutrición completa que es fácil de digerir para un recién nacido. Sin embargo, en algún momento es necesario comenzar a introducir alimentos sólidos para una nutrición balanceada. Esta transición inicial puede ser estresante para las madres primerizas, pero con la información correcta, puede ser una experiencia fácil y positiva.
El momento ideal para comenzar la transición de la lactancia exclusiva a los alimentos sólidos es a los seis meses de edad. A esa edad, el bebé habrá desarrollado la habilidad de sentarse y sostener su cabeza y se sentirá más cómodo para masticar. Además, su sistema digestivo también habrá madurado lo suficiente para digerir alimentos sólidos. Incluso aunque el bebé pueda parecer interesado en los alimentos sólidos antes de los seis meses, aún es mejor esperar. Nunca se debe ofrecer sólidos antes de los cuatro meses de edad, y jamás más de dos comidas al día hasta que el bebé alcance los ocho meses de edad.
Un buen lugar para comenzar es con alimentos simples y fáciles de digerir. Un ejemplo es el puré de patata dulce o plátano. Es importante ofrecer alimentos sanos, naturales y cortados en pequeños pedazos que sean fáciles de asimilar. Se deben ir aumentando gradualmente los tamaños y cantidades. La regla básica es “leche primero, y luego la comida”. Es decir, darle al bebé leche materna o fórmula primero, y luego ofrecer los alimentos sólidos. En caso de que el bebé ya haya sido alimentado con los sólidos y empiece a rechazar la comida, volver a la leche es lo más importante.
Después de algunas semanas, el bebé comenzará a consumir más alimentos sólidos. En lugar de dos comidas al día, se pueden ofrecer tres comidas, además de leche materna o fórmula. Con el tiempo, se puede ir aumentando la cantidad y la diversidad de los alimentos ofrecidos siempre teniendo en cuenta que la lactancia todavía es la forma principal de nutrir al bebé. Ciertamente en esta etapa, el chupete o el biberón pueden resultar como un consuelo y nada más que eso.
Es importante ofrecer una variedad de alimentos para proporcionar la nutrición balanceada adecuada. Algunas opciones saludables incluyen puré de zanahoria, aguacate, puré de arroz y manzana. Los plátanos, las peras, las papas, el arroz, las lentejas, el pollo y otros alimentos frescos naturales se pueden ofrecer de acuerdo al país, cultura y las estaciones. Evitar carnes y pescados crudos o poco cocidos, así como alimentos procesados con una composición química completa. Es importante también observar cualquier indicio de alergias alimentarias, como erupciones, irritaciones o tos, y hablar con un profesional en salud, en caso de que se den situaciones que alarmente.
La transición de la lactancia exclusiva a la alimentación complementaria puede ser una experiencia positiva si se realizan correctamente. Es importante recordar que la leche materna o fórmula aún debe ser la principal fuente de alimentación para el bebé durante todo el proceso y aún después. La paciencia es clave para introducir los alimentos sólidos a un bebé, siempre pensando en su bienestar y salud futura.